Cuando vine
a mi encuentro
cuando vine hacia mí
encontré que me esperaba
la niña que yo fui…
Nos abrazamos muy fuerte
nos dimos un beso
sonreímos ampliamente
y se difuminó.
Imagen; @Pinterest
Espacio dedicado a compartir poemas, narraciones, crónicas, reflexiones, reseñas de la escritora Margarita Vázquez Díaz.
Cuando vine
a mi encuentro
cuando vine hacia mí
encontré que me esperaba
la niña que yo fui…
Nos abrazamos muy fuerte
nos dimos un beso
sonreímos ampliamente
y se difuminó.
Imagen; @Pinterest
Aprendí a querer a algunos de mis hombres en su ausencia
me gustaba imaginarlos surcando mares
venciendo vientos…
Aprendí a hurgarlos y descubrirlos en sus objetos,
en sus muebles, en el olor de su ropa,
en sus papeles, en sus revistas,
en sus diarios, en sus libros…
Amaba esa calma esa quietud que la abstracción
me proporcionaba al adentrarme en sus mundos.
Cartas, mensajes, dedicatorias…
Así aconteció con los varones de la familia
cuya ausencia la mayor parte del día se hacía contundente
cuando retornaban por la tarde o la noche
a demandar atenciones con su sola presencia.
Yo siempre tenía oportunidad en algunos momentos del día para
estar a solas
y transitaba sus huellas para saberlos
trataba de descubrir qué me ligaba a ellos.
Así fue con mi abuelo
Así fue con mi padre
Así fue con mi hermano.
Con las mujeres de la familia era diferente
ellas siempre estaban presentes, aunque no estuvieran
su cercanía y complicidades amorosas se tejían muy de cerca
o de lejos.
(mi hermano formaba parte de ese amor entrañable).
Así era
Así fue…
“Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy
dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera,
y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada
vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una
boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mi para dibujarla
con mi mano en tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide
exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja.”.
“Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al
cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y los ojos se agrandan, se acercan
entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las
bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando
apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado
va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan
hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras
nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de
movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y
si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa
instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a ruta
madura, y yo te siento temblar contra mí como una luna en el agua.”
Escuchaba embelesada ese “Capítulo 7” en una pequeña grabadora,
insertado se encontraba el casete que mi amado me había regalado con una
estremecedora dedicatoria… Estaba tocando
a mi amado, su entrepierna y su cabello rebelde… dibujaba su boca y una entrega
de amante nocturna me envolvía…
¿Qué era eso que me causaba estremecimiento? Preguntaba ¿Esa
prosa poética? ¿Lo que decía? ¿Cómo lo decía…? ¿Rememorarlo a él a través de
ese audio?
Cortazar se incrustaba en mis oídos, después se extendía como
lava candente por todo mi cuerpo, ya no era sólo su voz surgida de una
dimensión erotizada que me tocaba, mis labios estallaban y el casete era
repetido una y otra vez en una noche que vibraba. Y su mirada anhelante y su
boca generosa, humedeciendo mi cuerpo entero y a mi corazón enrojecido que
latía con intensidad. Era Cortazar, su voz lejana que se acercaba a mi búsqueda
para dirigirla hacia él, a mi amado “por un azar que no buscaba comprender”.
Sólo un hombre que ama o ha amado con tal intensidad podía
transmitir ese escalofrío, donde se conjuntaba un paralelismo entrañable de ese
capítulo 7 y el otro, el que me había susurrado al oído que Cortazar era
verídico, y yo volvía a ese embelesamiento con soberana voluntad pasional.
Antes de ese tiempo, todas las sugerencias para leer “Rayuela”
de tal o cual manera, con instructivo a la mano más bien me habían distanciado.
“Arrimarse por donde se pueda” era la consigna lúdica de
Cortazar, y me gustaba el juego de abrir páginas, saltarlas, leer fragmentos
hasta que quedaba irremediablemente atrapada, entonces quería saber más de esa
boca que libremente deseaba, y saber de su mirada en mi mirada; porque debía
pasar por mis venas, saber del porqué de la Maga y Oliveira, del ¿por qué? que
a mí me fuera surgiendo orgánicamente, para entablar ese diálogo con el autor a
través de su obra, y no la de quien pretendía alinear mi intuición y coartar
mis propios hallazgos.
“TORTUGAS Y CRONOPIOS”
“Ahora pasa que las tortugas son grandes admiradoras de la
velocidad, como es natural.
Las esperanzas lo saben, y no se preocupan.
Los famas lo saben, y se burlan.
Los cronopios lo saben, y cada vez que encuentran una tortuga,
sacan la caja de tizas de colores y sobre la redonda pizarra de la tortuga
dibujan una golondrina.”
Pero indiscutiblemente también estaban mis amigas y amigos
argentinos de años atrás y de siempre, con su tono melancólico de sureños
desterrados por un golpe militar.
Un conjunto de elementos guías que se encuentran en la
espléndida obra de este Gato Mago me remitía irremediablemente a ellos, las
noches de milongas y de mate, de pasta flora y pascualina, las noches de
confidencias de su activismo político, las noches de estudio compartido, nos
hermanamos con estos seres entrañables que siguen navegando con la bandera de
¡Hasta la victoria siempre!
Pero también lo encontré en la biblioteca de mi hermano que era
un gran lector, me llegó a compartir alguna narración que lo había impactado:
“El axolotl”. Me gustó la transmutación del personaje que observa y también es
observado y absorbido hasta quedar sumergido en la pecera, con toda una carga
de significados.
Ya en Morelia a mediados de los ochenta tuve un Deja vu al
condolerme frente a la jaula de un hermoso tigre, “está atrapado, encerrado en
una jaula, solo” me dije. El tigre a momentos me observaba, cuando su mirada se
acentuó en intensidad, pude ver que al otro lado de esas rejas estaba yo,
mientras él se paseaba tranquilo por su territorio, mostrando su esplendor de selva
entera.
Seguramente eso es lo que me atrajo de inicio.
Pero también fue la presteza de María Luisa Puga, mi maestra
inicial de narrativa ya estando en Morelia, que sabía ver cosas más allá de la
lectura y nos forzaba a que nos introdujéramos en aquello que no aparecía, pero
que ella sabía estaba en alguna parte del texto narrativo. Fue en esas que
Cortazar siguió llegando a través de sus cuentos.
“Toco tu boca…..”
Aunque la voz de Cortazar (con esa G atravesada magníficamente
en su garganta) le daba un tono diferente, ese acento en su habla creaba un
fabuloso fgansesargentino me cimbraba.
Oliveira, Morelli… y la Maga… disertar a la manera en que
Oliveira conminaba.
En “Rayuela”, los cíclopes son dioses en una lucha cuerpo a
cuerpo, y la mitología del amor se despliega en ritos y formas que cuestionan
la existencia, el juego que todos jugamos y, que inexorablemente se hace
presente aun en momentos de agonía.
“Y me basta deshacerlo todo para recomenzar…”
Su voz de fondo como quien escucha una pieza musical me alentaba…
No lo leí en grupo, me habría gustado degustarlo de esa manera, en alguno de
los 7 Talleres Literarios en los que me involucré, y debatir sobre los temas
planteados en “Rayuela”, como un “Club de la Serpiente” paralelo.
<Basándose en una serie de notas sueltas, muchas veces
contradictorias, el club dedujo que Morelli veía en la narrativa contemporánea
un avance a la mal llamada abstracción. “La música pierde melodía, la pintura
pierde anécdota, la novela pierde descripción” Wong, maestro en collages
dialécticos sumaba aquí este pasaje: “La novela que nos interesa no es la que
va colocando los personajes en la situación, sino la que instala la situación
en los personajes. Con lo cual estos dejan de ser personajes para volverse
personas. Hay como una extrapolación mediante la cual estos saltan hacia
nosotros, o nosotros saltamos hacia ellos. El K de Kafka se llama como su
lector, o al revés” Y a esto debía agregarse una nota bastante confusa donde
Morelli tramaba un episodio en el que dejaría en blanco el nombre de los
personajes, para que en cada caso esa supuesta abstracción se resolviera en una
atribución hipotética.>
Me gustó la manera en que fue introducida “Rayuela” en mis
sueños lúbricos, a partir de su capítulo 7, para fascinarme y explorar sus
caminos literarios tan diversos, tan metafísicos, tan surrealistas y poéticos.
Degustarlo para detenerse, para continuar, para perderse y volver a encontrar
esos guiños interminables que nos encuentran con la sensibilidad y transparencia,
de un ser que transita desde la distancia entre nosotros, los que ya lo sabemos
a nuestro alcance a través de su obra.
FLOR Y CRONOPIO
“Un Cronopio encuentra una flor solitaria en medio de los
campos. Primero la va a arrancar, pero piensa que es una crueldad inútil y se
pone de rodillas a su lado y juega alegremente con la flor, a saber: le
acaricia los pétalos, la sopla para que baile, zumba como una abeja, huele su
perfume, y finalmente se acuesta debajo de la flor y se duerme envuelto en una
gran paz.
La flor piensa: «Es como una flor.» “.
parafraseando a Frida Khalo Alas para qué las q...