lunes, 9 de agosto de 2021

CORTAZAR Y SU CAPITULO 7




“Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mi para dibujarla con mi mano en tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja.”.
“Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y los ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a ruta madura, y yo te siento temblar contra mí como una luna en el agua.”

Escuchaba embelesada ese “Capítulo 7” en una pequeña grabadora, insertado se encontraba el casete que mi amado me había regalado con una estremecedora dedicatoria… Estaba  tocando a mi amado, su entrepierna y su cabello rebelde… dibujaba su boca y una entrega de amante nocturna me envolvía…

¿Qué era eso que me causaba estremecimiento? Preguntaba ¿Esa prosa poética? ¿Lo que decía? ¿Cómo lo decía…? ¿Rememorarlo a él a través de ese audio?

Cortazar se incrustaba en mis oídos, después se extendía como lava candente por todo mi cuerpo, ya no era sólo su voz surgida de una dimensión erotizada que me tocaba, mis labios estallaban y el casete era repetido una y otra vez en una noche que vibraba. Y su mirada anhelante y su boca generosa, humedeciendo mi cuerpo entero y a mi corazón enrojecido que latía con intensidad. Era Cortazar, su voz lejana que se acercaba a mi búsqueda para dirigirla hacia él, a mi amado “por un azar que no buscaba comprender”.

Sólo un hombre que ama o ha amado con tal intensidad podía transmitir ese escalofrío, donde se conjuntaba un paralelismo entrañable de ese capítulo 7 y el otro, el que me había susurrado al oído que Cortazar era verídico, y yo volvía a ese embelesamiento con soberana voluntad pasional.

Antes de ese tiempo, todas las sugerencias para leer “Rayuela” de tal o cual manera, con instructivo a la mano más bien me habían distanciado.

“Arrimarse por donde se pueda” era la consigna lúdica de Cortazar, y me gustaba el juego de abrir páginas, saltarlas, leer fragmentos hasta que quedaba irremediablemente atrapada, entonces quería saber más de esa boca que libremente deseaba, y saber de su mirada en mi mirada; porque debía pasar por mis venas, saber del porqué de la Maga y Oliveira, del ¿por qué? que a mí me fuera surgiendo orgánicamente, para entablar ese diálogo con el autor a través de su obra, y no la de quien pretendía alinear mi intuición y coartar mis propios hallazgos.

“TORTUGAS Y CRONOPIOS”

“Ahora pasa que las tortugas son grandes admiradoras de la velocidad, como es natural. 
Las esperanzas lo saben, y no se preocupan.

Los famas lo saben, y se burlan.

Los cronopios lo saben, y cada vez que encuentran una tortuga, sacan la caja de tizas de colores y sobre la redonda pizarra de la tortuga dibujan una golondrina.”

Pero indiscutiblemente también estaban mis amigas y amigos argentinos de años atrás y de siempre, con su tono melancólico de sureños desterrados por un golpe militar.

Un conjunto de elementos guías que se encuentran en la espléndida obra de este Gato Mago me remitía irremediablemente a ellos, las noches de milongas y de mate, de pasta flora y pascualina, las noches de confidencias de su activismo político, las noches de estudio compartido, nos hermanamos con estos seres entrañables que siguen navegando con la bandera de ¡Hasta la victoria siempre!

Pero también lo encontré en la biblioteca de mi hermano que era un gran lector, me llegó a compartir alguna narración que lo había impactado: “El axolotl”. Me gustó la transmutación del personaje que observa y también es observado y absorbido hasta quedar sumergido en la pecera, con toda una carga de significados.

Ya en Morelia a mediados de los ochenta tuve un Deja vu al condolerme frente a la jaula de un hermoso tigre, “está atrapado, encerrado en una jaula, solo” me dije. El tigre a momentos me observaba, cuando su mirada se acentuó en intensidad, pude ver que al otro lado de esas rejas estaba yo, mientras él se paseaba tranquilo por su territorio, mostrando su esplendor de selva entera.

Seguramente eso es lo que me atrajo de inicio.

Pero también fue la presteza de María Luisa Puga, mi maestra inicial de narrativa ya estando en Morelia, que sabía ver cosas más allá de la lectura y nos forzaba a que nos introdujéramos en aquello que no aparecía, pero que ella sabía estaba en alguna parte del texto narrativo. Fue en esas que Cortazar siguió llegando a través de sus cuentos.

“Toco tu boca…..”

Aunque la voz de Cortazar (con esa G atravesada magníficamente en su garganta) le daba un tono diferente, ese acento en su habla creaba un fabuloso fgansesargentino me cimbraba.

Oliveira, Morelli… y la Maga… disertar a la manera en que Oliveira conminaba.

En “Rayuela”, los cíclopes son dioses en una lucha cuerpo a cuerpo, y la mitología del amor se despliega en ritos y formas que cuestionan la existencia, el juego que todos jugamos y, que inexorablemente se hace presente aun en momentos de agonía.

“Y me basta deshacerlo todo para recomenzar…”

Su voz de fondo como quien escucha una pieza musical me alentaba…
No lo leí en grupo, me habría gustado degustarlo de esa manera, en alguno de los 7 Talleres Literarios en los que me involucré, y debatir sobre los temas planteados en “Rayuela”, como un “Club de la Serpiente” paralelo.

<Basándose en una serie de notas sueltas, muchas veces contradictorias, el club dedujo que Morelli veía en la narrativa contemporánea un avance a la mal llamada abstracción. “La música pierde melodía, la pintura pierde anécdota, la novela pierde descripción” Wong, maestro en collages dialécticos sumaba aquí este pasaje: “La novela que nos interesa no es la que va colocando los personajes en la situación, sino la que instala la situación en los personajes. Con lo cual estos dejan de ser personajes para volverse personas. Hay como una extrapolación mediante la cual estos saltan hacia nosotros, o nosotros saltamos hacia ellos. El K de Kafka se llama como su lector, o al revés” Y a esto debía agregarse una nota bastante confusa donde Morelli tramaba un episodio en el que dejaría en blanco el nombre de los personajes, para que en cada caso esa supuesta abstracción se resolviera en una atribución hipotética.>

Me gustó la manera en que fue introducida “Rayuela” en mis sueños lúbricos, a partir de su capítulo 7, para fascinarme y explorar sus caminos literarios tan diversos, tan metafísicos, tan surrealistas y poéticos. Degustarlo para detenerse, para continuar, para perderse y volver a encontrar esos guiños interminables que nos encuentran con la sensibilidad y transparencia, de un ser que transita desde la distancia entre nosotros, los que ya lo sabemos a nuestro alcance a través de su obra.

FLOR Y CRONOPIO

“Un Cronopio encuentra una flor solitaria en medio de los campos. Primero la va a arrancar, pero piensa que es una crueldad inútil y se pone de rodillas a su lado y juega alegremente con la flor, a saber: le acaricia los pétalos, la sopla para que baile, zumba como una abeja, huele su perfume, y finalmente se acuesta debajo de la flor y se duerme envuelto en una

gran paz.

La flor piensa: «Es como una flor.» “.

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ESCRIBO...

 ESCRIBO EN ESTAS HORAS DE SOL TREPIDANTE... YO ESCRIBO... ILUMINADA. Pintura: Claude Monet